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Programa 08

Noviembre 2023

Este programa reúne Spinario (2012), una película de la artista Alex Reynolds que supone una reflexión sobre las identidades, de cómo canalizamos e interiorizamos a otras personas. Asimismo, por medio del filme Reynolds realiza una investigación formal sobre cómo la improvisación interviene en la obra artística, en una suerte de decisión de dejar ciertos procesos que intervienen en el rodaje al azar. La visión y escritura de Daniel Sedcontra acompaña la obra con un texto que analiza cuidadosamente la película y nos invita a verla una y otra vez, una hermosa proclama a la existencia.

Spinario o el taller de las identidades

por Daniel Sedcontra

Para entrar en la ficción es preciso primero cerrar los ojos, borrar el pasado, dejarlo todo —en primer lugar a sí mismo— atrás. Existe una dialéctica entre memoria y olvido, entre aprendizaje y desaprendizaje, entre vida y muerte. Clara debe olvidar quién era antes a fin de devenir otra, para ello se somete a una serie de rigurosos protocolos y a una misteriosa medicación. Pero también debe olvidar más tarde, una vez expulsada, el recinto mismo, todo lo vivido en él y hasta su ubicación, lo que es lo mismo que olvidar el olvido, quizá volviendo al punto de partida, a quien era antes de ingresar en esa suerte de taller de las identidades, o quizá no pudiendo volver a él.

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El silencio del recinto —ese espacio enrarecido y aséptico—, con sus rituales extraños, su estricta disciplina, es parecido al silencio de la tumba, pero también al del útero. Silencio sumamente inquieto, lleno de promesas, de posibilidades que actualizar. Silencio también doloroso, denso, a veces insoportable. De ahí, en un momento dado, el anhelo de la huida, la necesidad de aire fresco, de retomar el contacto con el mundo de los vivos. Pero ese contacto no es posible, al menos no inmediatamente: Clara escapa a la ciudad, en busca de su agitación y movimiento, pero para no conseguir trabar relación con nada ni con nadie, excepto consigo misma. Termina bailando sola en una discoteca en un estado casi de trance solipsista, abstraída por completo de la realidad. Por fin, un episodio violento, un altercado entre dos clientes, la arranca abruptamente de su estado: un hombre yace herido en el suelo. Ella se acerca y lo toca. Sangre en los dedos de la protagonista. Como si, en su actual condición, el único contacto con la vida solo pudiera ser esa sangre, la dimensión más física y elemental de la vida, en estado de derramamiento, de explosión. Todavía no la vida organizada del organismo, de los seres particulares, de las personas.

 

De la abstracción propia del recinto a la crasitud física de la sangre que encuentra en el exterior, de la ficción de un personaje a los hombres de carne y hueso, la distancia es infinita, pero a la vez sorteable de golpe: basta con escapar, saltar por la ventana afuera, y ya está uno al otro lado. ¿Pero qué hacer en el otro lado si uno ha estado desaprendiendo quién es para empezar a aprender a ser otro, si uno se encuentra entre medio de una y otra identidad —la que ha abandonado y la que está asumiendo—, si uno es exactamente nadie, sino pasearse como un fantasma entre el mundo de los vivos?

 

Se necesita tiempo para pasar de un lado al otro, para pasar de una identidad a otra, para recuperarse a sí mismo, y eso es lo que no ha tenido Clara. Pero ese sí mismo ya es irrecuperable, porque, en la ronda de los personajes asumidos, ya no hay yo que valga: “al final yo soy cada uno de ellos, cualquiera podría ser yo“. Y ésa es la incógnita que deja abierta el último viaje en coche de la protagonista. ¿Hacia dónde va? Expulsada del recinto, se dirige a ese exterior al que había tratado de escapar esa noche. Expulsada de su personaje (esa “Carmen”), excluida del mundo ficticio del celuloide y de la representación, se le permite volver a abrir los ojos, volver a contemplar el mundo, a retomar el contacto con él, pero no para regresar a sí misma, a la supuesta Clara real: el afuera de la vida misma es ahora el taller de las identidades. La diferencia es que ahora Clara sí dispone de todo el tiempo que quiera para ser otra, otras, toda una multitud. Esa bocanada de aire final por la ventanilla, ¿qué es sino la pura sed de vida, sed de ser alguien, de ser todos, la aspiración de todas las posibilidades que están justamente en el aire, que son el soplo de vida del viento mismo que “no se sabe de dónde viene ni adónde va”, y que se le espeta en la cara con toda la fuerza de la existencia?

 

Daniel Sedcontra

Spinario

Sinopsis

Clara acude diariamente a unas instalaciones para someterse a una estricta disciplina de cambio de identidad, bajo un régimen de aislamiento y de asepsia máximos: ningún elemento extraño, ningún influjo del exterior deben interferir. Una noche, Clara cede a la tentación de hacer una escapada al mundo habitado, lo que tiene consecuencias irreversibles.

Ficha técnica

Autor/a: Alex Reynolds
País: España/ Bélgica
Año: 2012
Duración: 23′ 36″

Participantes

Alex Reynolds

Alex Reynolds es artista y cineasta.  Su trabajo es una constante exploración de nuestros modos de relación y afecto, especialmente en la medida en que estos se manifiestan a través del lenguaje cinematográfico. Ha expuesto, entre otros, en el Museo Guggenheim Bilbao, Index Foundation, Hollybush Gardens, Caixaforum Barcelona, Tabakalera, o la bienal de Contour. Sus películas se han proyectado en festivales como BFI London Film Festival, Prismatic Ground, FIDMarseille o Documenta Madrid. Asimismo, ha sido becada por la Akademie Schloss Solitude, la Fundación Botín y la Fundación La Caixa, y ha recibido el premio de Videocreación Loop / Arts Santa Mònica / XAV. Es profesora invitada en la KASK de Gante.

Fotografía Liz Johnson Artur

Daniel Sedcontra

Daniel Sedcontra es escritor, filósofo y músico. Su pensamiento transita entre el neonietzscheanismo francés del siglo pasado, la espiritualidad cristiana y aquellas manifestaciones y figuras más disruptivas de nuestra cultura occidental (entre ellas, la llamada música industrial). Ha escrito diversos artículos sobre música industrial en revistas como Agente Provocador, Rockdelux, Marabunta o Self. Como filósofo es autor de un prefacio a El discurso impuro de Jean-Noël Vuarnet (Ed. Incorpore, 2018) y de Cristianismo ficcional (Incorpore/ Arena Libros, 2020). Como veterano músico de la escena alternativa barcelonesa, formó parte del dúo ruidista Oscar Abril Ascaso + Sedcontra, reconvertido más tarde en un proyecto de “chanson francesa filosófica”, y lideró la banda de postpunk metadiscursivo Por Qué Jeanette.

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