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Programa 05

Mayo 2023

De la mano del crítico, editor y programador Francisco Algarín Navarro, este nuevo programa da cuenta de una forma de hacer y de pensar singular en la práctica cinematográfica de la cineasta Rose Lowder. A partir del caso de estudio de la película Tartarughe d’acqua (2016), nos adentramos en un hábitat cinematográfico donde la cámara se entrelaza con los habitantes del entorno en un impulso de reconexión con la naturaleza.

El ecosistema cine: Entrevista con Rose Lowder

Por Francisco Algarín Navarro

En lugar de controlarla, las comunidades primitivas consideraban que formaban parte de la naturaleza y que debían tomar conciencia de cómo funcionaba. Diez años antes de la filmación de su película Tartarughe d’acqua (2016), Rose Lowder realizó otro estudio dedicado íntegramente a los animales, Habitat (Batracien) (2006). En estas dos películas en apariencia atípicas incluso dentro del método de trabajo de la cineasta, Lowder filma a tortugas y ranas en su entorno más inmediato, fabricando un microclima con las herramientas que le ofrece el cine. Tartarughe d’acqua y Habitat (Batracien) parten del mismo impulso con el que los primeros pueblos se interrelacionaban con los elementos. El intercambio entre los medios mecánicos y naturales y el modo en que la cámara entrelaza los movimientos de los animales forman parte de una práctica fílmica simbiótica que resulta en un ecosistema cinematográfico ejemplar.

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¿Te hizo aprender algo la experiencia de haber filmado Habitat (Batracien) respecto a la preparación de Tartarughe d’acqua? En muchos sentidos son películas muy diferentes, al menos tanto como las tortugas y las ranas, pero tienen en común el estudio de un espacio físico muy reducido. 

 

He intentado filmar animales en varias ocasiones. Es muy difícil, pues normalmente no les gusta ser filmados. Podemos acercarnos bastante a ellos a menudo, pero tan pronto como hay un objetivo puntiagudo, se alejan o huyen. En el caso de Habitat (Batracien) no fue fácil filmar ese estanque relativamente pequeño y poblado de ranas a priori asustadizas. Estas ranas tenían la costumbre de esconderse bajo las plantas o sólo mostraban la nariz de manera casi invisible. Tuve que esperar los momentos puntuales durante cuatro días. Había otros colaboradores, como un burro que quería comerse mi ropa o una vaca que se quería beber todo el agua del estanque. Tuve que llamar al granjero para que me ayudara a llevar a la vaca al establo y al burro a otro campo.

 

En esta película hay una zona en común con mis otras películas, pues se trata de lo que sucede en un lugar específico durante un tiempo determinado, y eso es lo que permite que pueda registrar lo que filmo en la película. Esto quiere decir que en cierta manera son las ranas las que determinan la dirección de las imágenes. Tengo que comprender dónde quieren estar y esperar a que se muevan cuando quieran. Tuve la sensación de que después de cierto tiempo empezaron a acostumbrarse a mí y a mi cámara. Parecieron pensar que, después de todo, no era peligrosa. En general no hice ningún movimiento de cámara mientras filmaba, sólo los cambios de encuadre y de foco dependiendo de la situación o de si había una o más ranas.

 

En Tartarughe d’acqua filmar las tortugas fue más fácil. La mayoría permanecía en el mismo lugar, o nadaban cerca de las pequeñas islas en las que se secaban al sol. En este caso no fue necesario buscarlas, tenía la impresión de que estaban felices siendo filmadas, miraban a cámara. Aún así, lo que hacían las tortugas es lo que daba su forma a las imágenes. Lo difícil era que las islas se movían constantemente. No filmé como lo hice para Habitat (Batracien). En cada ocasión encuadré y enfoqué antes de filmar. Luego filmé con la cámara colocada en un trípode dejando correr toda la bobina de película (más o menos tres minutos), sin hacer otra cosa que cambiar ligeramente el foco a medida que se movían las islas. El problema es que las islas nunca se movían de la misma manera. Es decir, había que adivinar cómo se iba a presentar la isla en cuestión. Había que comenzar a filmar eligiendo un encuadre en una parte vacía, sólo con agua, del estanque sin saber si la isla iba a encajar en el encuadre previamente elegido. Y había que filmar a una hora precisa de la mañana, cuando el sol brillaba a través de los altos árboles del parque. Logré filmar durante varios días dos bobinas de película por día, antes de que el estanque quedara cubierto por la sombra de los árboles. Pero no pensé en Habitat (Batracien) mientras filmaba Tartarughe d’acqua. Para mí los hábitos de las tortugas eran muy diferentes de los de las ranas.

 

¿Hubo alguna observación previa del comportamiento de los animales en el caso de Habitat (Batracien) o de Tartarughe d’acqua? ¿Sueles realizar este tipo de observación sin la cámara o la haces mirando ya a través de ella?

 

No, antes de filmarlas no había observado ni a las ranas ni a las tortugas. Encontré a las tortugas por casualidad, atravesando el pequeño parque en el que se encontraban. Venía de vuelta del mercado de la ciudad de Asti, en Piamonte. Estaba al lado y lo montaban dos veces a la semana. Me encantó la calma que reinaba en este conjunto de tortugas. Anoté la franja horaria en la que había sol en el estanque y volví con mi cámara otro día. Nunca supe cómo se alimentaban. Nunca vi a nadie que se ocupara de ellas. Simplemente constaté que por las mañanas el sol caía sobre el estanque durante dos horas, por lo que ése era el periodo en que podía filmar a las tortugas trepando por las islas. El tiempo que las tortugas pasaban en las islas se correspondía con el periodo de sol. Pero no pasé por el estanque a todas las horas del día. Su actividad en las islas consistía únicamente en hacer lo necesario para secarse y estirar sus patas en todas las direcciones posibles, intentando no caerse al agua, pues en ese caso había que volver a empezar todo el proceso. No era preciso mirar durante mucho tiempo para comprender la estrategia de estas tortugas apacibles.

 

Como de costumbre, no calculé de antemano lo que podía hacer con exactitud. Instalé la cámara en el trípode y encuadré el estanque de tal manera que cuando la isla se desplazara pudiera verla desde bastante cerca, lo suficientemente cerca como para observar a las tortugas detalladamente. Empecé a filmar la bobina sin detenerme y sin cambiar de encuadre, antes de que la isla entrara en plano, esperando que lo hiciera. Lo único que hice mientras filmaba fue modificar gradualmente el foco dependiendo de la posición de la isla filmada. Evidentemente, no sabía con exactitud qué era lo que iba a aparecer en el encuadre ni lo que iban a hacer las tortugas. Sólo sabía que como máximo tenía dos horas para filmar antes de que los árboles cubriesen el estanque con sus sombras. El coche estaba bastante lejos. Con los cambios de bobina, sólo podía filmar dos bobinas por día. Así que tuve que volver durante siete días para filmar las quince bobinas. Luego eliminé las cinco bobinas que me parecieron menos interesantes. Por tanto, no había nada previsto con antelación, sólo intenté resolver los problemas sobre el terreno en el momento de la filmación.

 

No había leído nada sobre las tortugas y las ranas, pues no había pensado en filmarlas. Alguien me mostró un artículo sobre las ranas, pero todavía no he tenido tiempo de leerlo. En el caso de Habitat (Batracien), entreví las ranas una vez más por azar en una granja en la que estaba filmando un «bouquet». La granja tenía dos estanques. En uno de ellos, en el que filmé, se reunían las ranas en cierto momento del año antes de ir a reproducirse en otro estanque. Esos dos estanques purificaban el agua de la granja. Pero no planifiqué nada antes de filmar. Se trataba de intentar ver dónde se encontraban estas ranas y filmarlas. Había que quedarse allí en momentos concretos del día y pasar varias horas antes de que las ranas decidieran hacer algo. Por supuesto, no sabía cuándo iban a saltar. Había que esperar a que se desplazaran de alguna manera. La única vez en que comprendí por qué saltaba una rana fue cuando llegó una serpiente. No había visto la serpiente antes de que la rana saltara, sino cuando la rana estaba debajo del agua. Evidentemente, para una rana es importante percibir rápidamente cuándo se acerca una serpiente. Como casi siempre estaban escondidas, no tenía la menor idea de cuántas ranas había en la charca. En todo caso, eso no habría cambiado nada en cuanto al problema de cómo filmarlas. Por ejemplo, no se trata de saber la longitud del salto, sino cuánto dura en fotogramas cinematográficos. Un salto realizado frente a mí no duró más que dos fotogramas.

 

Aunque no sea tan importante conocer la longitud de salto de la rana como su duración, imagino que sí necesitas prever la dirección. ¿Cómo decidías cuándo empezar a filmar? Por otro lado, también en relación con la percepción del movimiento, en Tartarughe d’acqua encuentro una especie de ilusión óptica: debido a los encuadres elegidos, conservando un cierto misterio en cuanto al contexto, nos hacen dudar en ocasiones de si se están desplazando las islas o la cámara. 

 

La percepción física no es lo mismo que la percepción temporal de las imágenes de una película. Un ejemplo bastante común: una película de cinco minutos que nos parece aburrida nos resulta mucho más larga que una película de cinco minutos que nos parece interesante. Además, la presentación de la evolución de lo que se filma es todo un arte muy difícil de hacer. Nuestra percepción del tiempo de lo que ocurre en la pantalla no se corresponde con una duración medida. Hay en juego una gran cantidad de características visuales: la luz, los movimientos, los desplazamientos del sujeto o de la cámara, el enfoque, el encuadre, el sentido que damos a lo que vemos en la pantalla, etc.

 

En las dos películas, Habitat (Batracien) y Tartarughe d’acqua, mi manera de filmar se calculó únicamente en relación con el sujeto. En el caso de las ranas, únicamente se trataba de saber dónde se encontraban, y luego en qué dirección iban a desplazarse, a saltar o a realizar algún otro movimiento. El tiempo de su actividad física es el que determina el tiempo de la filmación. En el caso de las tortugas, había calculado cómo proceder antes de filmar. Era inútil estudiar por adelantado y de manera exacta de qué manera se iban a desplazar las islas, puesto que nunca se desplazaban de la misma manera ni a la misma velocidad. No hubo ningún montaje después de la filmación. Sólo se eliminaron algunas bobinas que también mostraban a las tortugas y la isla en la que se encontraban, pero en las que sentí que la relación entre el desplazamiento, el movimiento de la isla y los desplazamientos/movimientos de las tortugas eran menos interesantes cinematográficamente.

 

La cuestión del supuesto movimiento de cámara y el movimiento de lo que se presenta en la película nos lleva a una cuestión que intento explorar: el desafío de pasar de lo que se ha filmado a lo que se ha percibido. En ese caso, trabajo entre dos realidades: el medio de expresión y el sujeto. Es un amplio terreno por explorar.

 

Sevilla/Barcelona—Aviñón, 2—26 de abril.

Tartarughe d’acqua

Sinopsis

Sinopsis: La ciudad de Asti, Piamonte, en Italia, tiene en su parque un estanque muy pequeño en el que hay un gran número de tortugas, especies «Trachemys scripta and Trachemys scripta elegans» protegidas por el “Movimento Nationale U.N.A. Onlus Uorno-Natura_Animal». A pesar del limitado espacio del estanque, reina un espíritu de bienestar, todo está en calma mientras cada tortuga intenta encontrar su sitio aunque eso signifique caer, de vez en cuando, al agua.

Ficha técnica

Autor/a: Rose Lowder
País: Francia
Año: 2016
Duración: 24 min.

Participantes

Rose Lowder

Rose Lowder es cineasta y artista visual. Se formó como pintora y escultora estudiando en talleres de artistas y escuelas de arte en Lima y más tarde en Londres, donde desarrolló sus actividades artísticas a la par que trabajó como montadora en la industria del cine entre 1964 y 1972. A partir de 1977, inmersa en el aspecto visual del proceso cinematográfico, Lowder presentó, invitada por Jean Rouch y su departamento en la Universidad de París X, parte de sus investigaciones en una tesis llamada Le film expérimental en tant qu’instrument de recherche visuelle [El cine experimental como instrumento de investigación visual, 1987]. Desde 1977, trabaja en la programación de películas poco exhibidas. Es cofundadora de los Archives du film expérimental d’Avignon (AFEA, 1981), con el propósito de adquirir películas en 16 mm y documentos bibliográficos, y de publicar varios libros.

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